Vargas Llosa: “América Latina carece de identidad porque las tiene todas”

Mario Vargas Llosa fue distinguido con el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Simón Bolívar

Elsa Pilato

Departamento de Información y Medios USB.-

Mario Vargas Llosa confesó que descubrió a América Latina en París en los años sesenta. En la ciudad que concentró a las letras latinoamericanas en aquella década, lo que para él había sido un archipiélago de países muy poco relacionados entre sí, empezó a tener un sentido distinto.

“Mi descubrimiento de América Latina en esos años, me catapultó a leer a sus poetas, soñadores, novelistas, a interesarme por su pasado y presente, a viajar por todos sus países y a vivir sus problemas y sus luchas políticas como si fueran míos. Desde entonces comencé a sentirme ante todo un latinoamericano”.En el acto de conferimiento del Doctorado Honoris Causa, otorgado por la Universidad Simón Bolívar, Vargas Llosa afirmó que hoy entiende mejor que antaño que “lo latinoamericano es una expresión de lo universal, sobre todo de lo occidental”.

Para el escritor nacido en Arequipa, Perú, en 1936, sentirse latinoamericano significa “tener conciencia de que las demarcaciones territoriales que dividen a nuestros países son artificiales”. Estas fronteras fueron impuestas de manera arbitraria en los años coloniales y legitimadas, y a veces agravadas, por los líderes de la Emancipación y los gobiernos republicanos.

“Esta balcanización forzada de América Latina ha sido uno de los factores más conspicuos de nuestro subdesarrollo. Estimuló el nacionalismo y los conflictos en los que los países latinoamericanos nos hemos desangrado, malgastando ingentes recursos que hubieran podido servir para el progreso. Sólo en el caso de la cultura, la integración latinoamericana ha llegado a ser algo real, impuesto por la experiencia y la necesidad. Todos quienes escriben, componen, se dedican a la tarea creativa, descubren que lo que los une es mucho más importante que lo que los separa de los otros latinoamericanos. En otros dominios, en política y economía sobre todo, los intentos de unificar se han visto siempre frenados por los reflejos nacionalistas, enraizados en todo el continente. Esa es la razón por la que todos los mecanismos concebidos para unir a la región, desde el Pacto Andino hasta Mercosur, nunca han prosperado”.

Para el autor de “La ciudad y los perros” y “La fiesta del chivo”, la obsesión recurrente por definir la identidad de América Latina es una pretensión inútil e imposible, pues la identidad la tienen lo individuos, las colectividades carecen de ella.

“América Latina es a la vez portuguesa, española, india, africana, ¿con qué criterio fijar una identidad única a América Latina?”, hacerlo tiene el inconveniente “de practicar una cirugía discriminatoria que excluye a millones de latinoamericanos y a su frondosa variedad cultural. Esa amalgama es nuestro mejor patrimonio, ser un continente que carece de una identidad porque las tiene todas, y porque sigue transformándose cada día”.

¿Forma parte América Latina de Occidente, culturalmente hablando, o es algo distinto como lo sería China, India o Japón?, se preguntó Vargas Llosa. “A mí la respuesta me parece obvia, América Latina es una prolongación de Occidente que naturalmente tiene matices y diferencias propias que, sin alejarla del tronco común, le dan cierta singularidad. Esta opinión está lejos de ser compartida por todos los latinoamericanos. A menudo, es rebatida con el argumento de que si fuera así, América Latina carecería de voz propia y sería apenas un epílogo colonial”.

En realidad, dijo el escritor, “lo diverso es la condición característica, es en buena parte consecuencia de las fuentes occidentales, por eso los latinoamericanos hablamos español, inglés, portugués y francés, por eso somos católicos, protestantes, ateos o agnósticos”.

Vargas Llosa expresó que en Europa siempre se ha sentido como en casa, ni más ni menos que en América Latina. “No me identifico con todo lo que contiene la tradición occidental porque, no lo olvidemos, también son productos occidentales el antisemitismo, el fascismo, el nacionalismo, el comunismo. La tradición occidental que he hecho mía es la de la cultura democrática, la libertad, la racionalidad, la tolerancia y su riquísimo patrimonio literario, histórico y artístico”.

Rechaza con todas sus fuerzas “la barbarie que representan los antiguos militares, las dictaduras de los hombres fuertes, todas sin excepción, de derecha o de izquierda, el estúpido machismo, el nacionalismo que es la gran cortina de humo tras la cual los gobiernos justifican el armamentismo, y los cuantiosos robos, la visión patriotera y provinciana de la política, la mejor receta para no salir nunca del subdesarrollo”.

Europeo y latinoamericano coinciden y expresan lo mejor que ha dado la cultura occidental, afirmó el nuevo Doctor Honoris Causa de la USB. “No viene mal recordarlo en la universidad que lleva el nombre de Simón Bolívar, uno de los latinoamericanos que más hizo en su vida por entender al viejo y al nuevo mundo como el anverso y el reverso de una misma civilización”.

Gratitud y cariño a Venezuela
Con la humildad que sólo caracteriza a los grandes hombres, Mario Vargas Llosa expresó su “profundo agradecimiento” por el Doctorado Honoris Causa otorgado por la USB. “Lo recibo como un mandato, haré lo posible para no defraudarlos”.

Agradeció los discursos de Carlos Pacheco y Rafael Arráiz Lucca, “que evocaron momentos inolvidables de mi vida, como recibir el Premio Rómulo Gallegos de manos del maestro Gallegos. Fue quizás el más importante impulso que recibió mi vocación, mi carrera de escritor, por lo que guardaré siempre gratitud y cariño a Venezuela”.

En palabras previas a su discurso académico, el escritor peruano agradeció a las autoridades de la USB por haber considerado su compromiso con la libertad como uno de los méritos para conferirle la distinción.

“Libertad es una palabra muy usada, mal usada y abusada, hasta el extremo de que para algunos se ha convertido apenas en una retórica sin brillo ni contenido. Pero la verdad es que la libertad es lo mejor que nos ha pasado. Cada vez que la hemos perdido o se ha empobrecido, irremediablemente han sobrevenido la violencia y la barbarie. Por eso, la lucha por la libertad es una lucha constante, permanente; es una delgada película que puede quebrarse en cualquier momento y hacer resurgir aquella antigua tradición, que es la más antigua y más fuerte de la humanidad, no la de la libertad, no la de la coexistencia, sino la de la dominación y la violencia”.

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