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Pronunciamiento de la Apusb sobre calidad académica

“El impago del transporte en la Universidad Simón Bolívar ha generado un caos institucional de proporciones inigualables. Desde enero se deben las facturas del pago a las empresas que prestan el servicio de transporte y el régimen no ha concretado siquiera una oferta de pago. El transporte siempre ha estado contemplado en el presupuesto de la universidad, pero se ha incumplido con el pago y esto provocó la paralización completa y casi definitiva del servicio. Es decir, caos total en este sentido en la USB”, denunció hoy el profesor Omar Pérez Avendaño, Secretario de Asuntos Académicos de la Asociación de Profesores de la USB.

Agregó Pérez Avendaño: “Fue abrupto el trimestre enero–marzo; apenas acaba de terminar ahora en junio después de tantos alargamientos ordenados por el Consejo Directivo de nuestra universidad. Primero fue el problema intenso con la falta de agua en el campus, luego el de todos conocido problema nacional de la electricidad, y ahora el ataque gubernamental para con la USB se expresa en la crisis gubernamentalmente inducida del servicio de transporte. El trimestre, convertido en semestre, terminó de la peor manera, sin la comunidad poder arribar a las sedes de Sartenejas ni de Camurí Grande, generando desasosiego y calamidades académicas múltiples. Repito: un caos en las condiciones académicas al que no estamos acostumbrados ni queremos para nada los profesores. Una universidad descalabrada. Con la crisis del transporte queda sin poder llegar a nuestras dos sedes más del 80% de la comunidad, incluyendo personal de zonas muy distantes como Cúa, Charallave, Maracay, La Victoria, La Guaira, Guatire y Guarenas”.

Continuó Pérez Avendaño: “Frente a esto, ha surgido la idea remedial de transformar los estudios de la USB en una especie de Sistema de Estudios Libres, de Estudios a Distancia o de Estudios Semi-Presenciales. De todas estas formas se le ha llamado, sin que haya oficialización al respecto. No ha habido la consolidación de un documento que sirva de guía para el conocimiento y la aprobación de las instancias involucradas, por lo que el planteamiento resulta inconsulto y luce improvisado e impuesto. Una transformación de tal tenor no puede hacerse de ese modo, pues implica un cambio profundo y radical de la institución. Es muy compleja la modificación planteada como para ser resuelta en semanas, como se pretende”.

Concluyó Pérez Avendaño: “Surgen demasiadas interrogantes en este proceso. ¿Todo va a ser a distancia?; ¿la labor académica estará signada por materiales que no se han construido para ser trabajados en una universidad que fue pensada para trabajar de modo presencial?; ¿cómo se va a supervisar el trabajo?; ¿los profesores se dedicarán a otros trabajos y descuidarán el académico porque éste podrá ser resuelto desde los hogares a cualquier hora?; ¿todos los profesores y estudiantes tienen acceso a computadoras, teléfonos inteligentes, salas de computación, luz, internet, etc.?; ¿cómo se revierte el proceso a la universidad que conocemos después de transformada en una de estudios a distancia?; ¿qué pasa con la excelencia académica que siempre ha caracterizado a la USB?; ¿cómo se genera y transmite el conocimiento científico sin la interacción cotidiana y directa entre profesores y estudiantes, que a fin de cuentas conforman la comunidad universitaria? Estos cambios abruptos, sin oficializar ni documentar, nos preocupan en demasía. Queremos preservar nuestra calidad académica sin oponernos de plano a una transformación que debería darse del modo más óptimo posible en función de la preservación de lo que han sido nuestros logros institucionales y académicos, que están a la vista del mundo”.

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