Venezuela podría entrar en default en el último trimestre del año

Daniel Varnagy, profesor de la USB.
Daniel Varnagy, profesor de la USB.

Elsa Pilato / Departamento de Información y Medios USB.-

Venezuela está pagando en la actualidad con normalidad sus obligaciones financieras, pero la percepción de las empresas calificadoras de riesgo es que los pagos a sus acreedores se verán comprometidos por la situación económica del país.

Un artículo de la revista Forbes publicado el 20 de enero y reseñado por El Nacional, indicó que es “inminente” que este año Venezuela caiga en default, porque con el petróleo por debajo de 30 dólares, “tendría que usar 90 por ciento de los ingresos por exportaciones de petróleo para cumplir con las obligaciones de deuda a los acreedores locales y extranjeros”.

De acuerdo con el Ministerio de Finanzas, en 2016 Venezuela deberá cancelar 9.800 millones de dólares por conceptos de bonos de la República y bonos de Pdvsa. De ese total, tiene compromisos por 4.600 millones de dólares en octubre y noviembre, por lo cual la estimación negativa es que en el último trimestre podría entrar en default.

Consultado sobre el tema para USB en Breve, el profesor Daniel Varnagy, del Departamento de Ciencias Económicas y Administrativas, explicó que el default es, por un lado, la opinión de las empresas calificadoras de riesgo sobre la intención de un emisor de pagar un determinado título de deuda en los plazos y condiciones acordadas; y por otro, es una categoría que indica un riesgo de incumplimiento. “Desde el punto de vista técnico, la calificación de incumplimiento se puede dar sobre una empresa, pública o privada, sobre un gobierno regional, o sobre las emisiones de un gobierno nacional, aun cuando esté cumpliendo con los pagos. El término ‘entrar en default’, usado comúnmente en las comunicaciones públicas, se refiere al hecho del impago, es decir, cuando ya la falta se concretó”.

Varnagy destacó que en el caso venezolano, la expectativa es que no podrá cumplir con la cancelación de sus compromisos, y está basada en el panorama actual de su economía. “Es un país exclusivamente monoproductor; tiene muchas restricciones en cuanto a acuerdos que ha hecho de entrega de petróleo a países amigos afines a ideología política del gobierno; y está atado a préstamos extraordinariamente grandes que ha pedido a países como China, que comprometen una parte importante de la cesta petrolera y los ingresos en divisas. En el caso de China, país con una filosofía de capitalismo radical en sus relaciones de negocios, suscribió un conjunto de convenios con Venezuela que le impiden al país redisponer de las obligaciones con los chinos. Entonces, el resto de los papeles son los que entran en riesgo, porque el flujo de caja que entrará por la venta del petróleo, o el petróleo mismo, están comprometidos, por lo que en algún momento las cuentas no van a dar para pagar las obligaciones de esos instrumentos financieros”.

def [320x200]Además, prosiguió Varnagy, Venezuela se convirtió en un país donde la iniciativa privada es castigada por distintas vías, suma décadas de controles de cambio y precios, y controles a la actividad económica, padece una emigración de profesionales de alto nivel, y una alta tasa de mortalidad asociada a la violencia. “Para las personas de negocios esta sumatoria de factores, aparentemente desvinculados los unos de los otros, hace pensar que hay un riesgo muy alto de que eventualmente entremos en impago”.

No se trata solo del flujo de caja disponible en el presente, sino que no se avizora que se tendrá en un futuro para honrar las deudas. “¿De dónde se obtendrá más ingreso petrolero cuando el precio está bajando, dónde se harán inversiones intensivas de capital para hacer más refinerías, dónde habrá más producción si el aparato productivo público y privado está deteriorado?”

Las consecuencias del default, expuso Varnagy, serían de muy alto impacto en todos los plazos. “En lo inmediato, al país se le cerrarían las fuentes tradicionales de endeudamiento, bien de mercados emergentes, o bien de mercados consolidados. Los mercados emergentes (China, Rusia, Brasil, Irán) pueden ser incluso más agresivos que los consolidados cuando perciben riesgos de impago, así haya afinidad ideológica”.

En el mediano plazo, “se agrietarían notablemente las relaciones comerciales generales, incluso con países actualmente ‘amigos’, generando la necesidad de otorgar mucho mayores garantías para cualquier forma de intercambio. En el largo plazo, el concierto de naciones exigiría la consolidación de un sistema político y económico basado en la democracia y la libertad plenas, así como el respeto a la propiedad privada y a la repatriación de capitales para –siquiera- iniciar alguna negociación de rescate financiero del país”.

Los afectados por estas consecuencias, acotó Varnagy, serían “sin la menor duda, todos los ciudadanos, sin distingo de clases sociales, diferenciación etaria o educativa alguna”.

Nuevo contrato social para mejorar

Para el profesor uesebista, la situación económica venezolana solo mejorará con un cambio de gobierno. “El problema no es solo ideológico, sino pragmático. Primero el chavismo de manera progresiva, y luego el madurismo de manera más acelerada, llevaron a la quiebra de todos los valores económicos, sociales, morales y jurídicos del país, pero sobre todo a la quiebra de los valores institucionales”.

Interpretando el trabajo del Premio Nobel (1993) Douglass North, “Instituciones, cambio institucional y desempeño económico”, Varnagy dice que “cuando un país carece de instituciones para poder reconstruirse, debe generarlas a partir de un nuevo acuerdo social, que sea bien constitucional (poder constituido) o bien supraconstitucional (poder supremo constituyente); es decir, una especie de borrón y cuenta nueva de las instituciones económicas, jurídicas y en general las que crearían el estado de derecho, actualmente profundamente resquebrajado ”.

Varnagy señaló que quienes gobiernan actualmente Venezuela, “no poseen ni las herramientas intelectuales ni filosóficas, ni el deseo de que las cosas cambien, porque al cambiar obviamente perderían todo el poder, y tendrían que rendir cuentas ante los tribunales internacionales”.

El caso venezolano se compara a los de países arrasados por la guerra. “Los actuales indicadores económicos y sociales son los de un país que perdió una guerra. La primera ayuda para recuperar la economía debe venir de adentro: un nuevo compromiso social, devolver lo expropiado, reordenar el sistema productivo, generar incentivos, repatriar capitales o comprar divisas, y sobre todo que exista estado de derecho, absoluta garantía de que las leyes de toda índole se cumplirán”.

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