Casco histórico de La Guaira tiene heridas abiertas

El Nacional

Edificaciones de gran valor arquitectónico siguen derruidas ante la indiferencia gubernamental

Lilia Malavé G. / El Nacional.-

A once años de la tragedia de Vargas, una de las zonas que aún muestra las heridas es el casco histórico del litoral central. Algunas casas no han sido rescatadas de la avalancha de lodo y piedras que en 1999 bajó de la montaña y afectó gravemente los inmuebles, engulló paredes construidas hace 200 años y dejó grandes boquetes en las que quedaron en pie.

El evidente deterioro del patrimonio histórico de La Guaira no es sólo consecuencia del deslave: la basura, la maleza y hasta la malicia de los propietarios son parte del cáncer que carcome el sector.

Las calles El Comercio y Bolívar son hoy una mezcolanza de estilos arquitectónicos, donde se levantan edificios contemporáneos, casas coloniales y republicanas e, inclusive, construcciones art decó ­como la Casa del Correo, que data de la década de los treinta­. Es evidente que falta el aporte estatal, necesario para preservar la memoria del que fue, en la Colonia, el principal puerto de la nación.

La Fundación Historia, Ecoturismo y Ambiente es una ONG dedicada al rescate del valor turístico del centro histórico de La Guaira. Liderada por Derbys López, los miembros de la organización han trabajado por más de tres años para reconstruir la memoria histórica de la zona, principalmente mediante el contacto con los pobladores de mayor edad y la investigación documental.

La ruta turística denominada La Guayra Ecopatrimonial es una muestra del trabajo que han realizado al movilizar a casi 500 visitantes.

“La Guaira tiene más atractivo histórico que Coro, pero las autoridades no han tomado en cuenta el potencial turístico y han permitido que su gran valor patrimonial continúe deteriorándose después del deslave”, afirma López. En cada una de las tres cuadras que abarca la avenida Bolívar hay, sin excepción, estructuras que fueron casonas del siglo XVIII, pero que sólo conservan de su diseño original algunas paredes. Adentro, basura, escombros, vegetación y tierra hacen las veces de piso.

En el caso de las que conservan la fachada, rejas gastadas por el salitre y antiguos portones de madera desvencijada encierran el mismo panorama. El denominador común es la ausencia de techos, y las casas, con el cielo como tope, se convierten en simples terrenos baldíos rodeados de muros de tierra, adobe y piedra.

La inexistencia de techos en algunas construcciones tiene explicación, de acuerdo con López: “En la década de los sesenta se dictó una ordenanza para proteger el casco histórico. La medida prohibió las modificaciones a las casas de época, con la excepción de aquellas cuyos techos comenzaran a filtrar agua por su antigüedad. Eso ató de manos a muchos propietarios, que aún hoy quieren disponer de los terrenos para construcciones contemporáneas; así que comenzaron a destruir los techos adrede y los dejaron sin impermeabilización, lo que permitió que la lluvia consumiera las casas”.

Para sanear las viviendas del casco histórico y también las que están en manos de familias que no podían costear las reparaciones después del deslave, la Vicepresidencia Ejecutiva de la República y la Gobernación del Estado Vargas, durante la gestión de Antonio Rodríguez San Juan, anunciaron en 2006 la inversión de 7,5 millones de bolívares.

El proyecto preveía recursos por un monto total de 15 millones de bolívares en 2 etapas. Por lo que se observa hoy en día, las obras ­que duraron hasta 2008­ no fueron completadas. “Restauraron algunas fachadas y frisos, pero no se ocuparon de la humedad interna de las edificaciones, y ahora se desmoronan. Lo que hicieron fue como maquillar a un enfermo sin atender su problema de salud”, afirma López.

La otra cara de la moneda

No todo es desolación en la zona histórica del litoral central. Hay casas que, más allá de mantenerse en pie, conservan intacto su valor arquitectónico, gracias a los trabajos de conservación hechos por la comunidad con el patrocinio de instituciones como la Universidad Simón Bolívar y la Embajada de España.

Ejemplo del esfuerzo comunitario por conservar el patrimonio son los fortines coloniales El Vigía y San Carlos, que desde la montaña resguardaban el puerto de los ataques de los piratas. Ambos constituyen actualmente privilegiados miradores, con el valor agregado de que son testimonio histórico conservado en el tiempo gracias a la voluntad de los guaireños.

El Nacional, 10 de mayo de 2011, Ciudadanos / 1.

 


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