Mensaje del Rector en ocasión del 51 Aniversario de la USB

La Universidad Simón Bolívar llega a sus 51 años de inicio de actividades académicas en medio de una profunda crisis que amenaza su propia existencia. No es un hecho fortuito, se trata del mayor ataque que administración gubernamental alguna haya hecho a las instituciones de educación superior en este país.

La debacle institucional que enfrentan las casas de estudios, producto de la desatención, del ataque del gobierno, de la violación a su autonomía, de la desinversión y de todas las presiones a las que estamos sometidos, ha mermado y minimizado el impacto de estas instituciones en la vida del país.

Se trata de la mayor traición a la juventud venezolana por parte de la política universitaria gubernamental de los últimos 20 años, que condena a un país entero por no querer reconocer que las universidades son las verdaderas fuentes de riquezas de una nación.

Nuestro presupuesto para el año 2021, signado por las secuelas de una pandemia que nos ha impedido la presencialidad, apenas alcanza 0,4% de lo que solicitamos en nuestro Plan Operativo Anual; justamente en un momento en el que además se requieren más recursos para afrontar una vuelta al funcionamiento bajo una nueva normalidad, con equipos de protección y bioseguridad para garantizar la salud de los trabajadores.

Esta insuficiencia, agravada y sostenida durante más de diez años, además, ha impactado de manera brutal en los sueldos y salarios de profesores, personal administrativo y obrero, en la casi desaparecida inversión académica y en la imposibilidad de mantener la infraestructura de la planta física y servicios básicos.

El Consejo Directivo, en pleno conocimiento de esta situación y de lo que nos espera en los próximos meses de este nuevo año, se manifestó mediante un comunicado en el que resalta que la cuota asignada y los montos establecidos por el Ministerio para providencias estudiantiles, becas, preparadurías y servicio de comedores, son totalmente absurdos, pues son montos que no han variado en años y que han perdido todo valor y referencia por el proceso hiperinflacionario que vive la economía venezolana desde hace más de tres años.

La magnitud de la crisis actual no es comparable con ninguna de años anteriores; los problemas que atraviesan las universidades venezolanas van más allá de los sueldos de todo el personal, pues se refleja en las condiciones de trabajo que precariamente ofrecen las casas de estudios hoy en día.

Ni el Gobierno, ni la sociedad venezolana en general, han entendido que la mayor riqueza de un país actualmente es el capital humano, es la gente calificada y preparada y la formación de ese personal que se hace en el sistema educativo.

Mientras no se entienda esta situación, vamos a seguir padeciendo retraso y penurias como las que estamos viviendo actualmente.

La USB ha vivido la precariedad de los servicios públicos con los frecuentes apagones que ponen en riesgo los equipos de trabajo, así como la falta de agua que durante años recientes ha provocado en varias oportunidades la suspensión de las actividades académicas y administrativas.

Es una crisis estructural que abarca todos los aspectos institucionales, tanto de su personal, que además no cuenta con la protección médica que requiere, como de infraestructura y funcionamiento.

Comedores, transportes, biblioteca y demás servicios estudiantiles han quedado por el suelo gracias a que el gobierno se empeña en desestimar la importancia del mantenimiento de las casas de estudios por ser formadoras de profesionales libres, al servicio del país y del mundo.

A pesar de estos tiempos oscuros, de grandes dificultades, la USB continúa cumpliendo con el país, trabajando a distancia, con todas las dificultades que eso supone en esta Venezuela privada de un servicio eléctrico eficiente, con una conectividad ínfima comparada con la de los países de la región, con equipamientos precarios que amenazan el desarrollo de todas las actividades.

A pesar de esta situación, repito, nuestros profesores, trabajadores administrativos y obreros, con su compromiso están dando una respuesta de altura, para continuar ofreciendo cursos a distancia, satisfaciendo, en buena medida, las demandas de los estudiantes, gracias a la mística y a la responsabilidad que nos ha caracterizado a lo largo de más de cincuenta años para seguir formando profesionales de calidad.

Somos una universidad joven, con apenas 51 años de creada, pero con un prestigio ganado a fuerza de excelencia.

Hemos pasado por situaciones difíciles, por tragedias que nos han golpeado, tanto a la comunidad uesebista como a la infraestructura, como la tragedia de diciembre de 1999, y siempre hemos resurgido, hemos superado las situaciones más adversas de la mano de nuestros profesores, estudiantes, trabajadores, egresados y allegados a esta casa de estudios.

Nuestra universidad no tiene límites ni fronteras, estamos al servicio del mundo entero, como bien lo han demostrado nuestros egresados, esparcidos por todos los continentes.

Son nuestros egresados los mejores embajadores de la preparación que ofrece la USB, en cuyas aulas se recibe formación académica, técnica, moral y ética.

La Universidad es esperanza. Mientras las universidades permanezcan abiertas, en funcionamiento y enfrentando los desafíos, habrá esperanzas en el país y en su futuro.

Nos corresponde enfrentar estos retos descomunales y sin precedentes; nos corresponde dar respuestas que estén a la altura de lo que somos: una institución académica, con ideas nuevas, con herramientas que nos permitan seguir cumpliendo con nuestra misión.

Y por parte del gobierno debería haber más reflexión y conciencia de lo que está haciendo con las universidades, pues su política atenta contra el futuro del país. Debería considerar que son las universidades las instituciones llamadas a aportar soluciones a los problemas tanto del presente como del futuro.

El gobierno venezolano debe reflexionar sobre qué está haciendo con las universidades, pues a la vuelta de unos años la generación de relevo será escasa, en un país que deberá enfrentar los nuevos retos de este bien adentrado siglo XXI, relacionados con cambios tecnológicos, climáticos, sobrepoblación, catástrofes medioambientales, salud pública, desigualdades, así como los propios retos de Venezuela, la reconstrucción de las instituciones, la recuperación de la democracia, de la confianza en los sistemas y partidos políticos, la atención a la crisis humanitaria y una larga lista de problemas que requieren atención inmediata.

Hoy más que nunca, formar, crear, desarrollar, generar nuevos conocimientos es y será la esencia de la Universidad Simón Bolívar.

Profesor Enrique Planchart

Rector de la Universidad Simón Bolívar

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