Fernando Egaña: En Venezuela tenemos un despotismo disfrazado de democracia

 

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Fernando Egaña, abogado y profesor universitario.

 Soraya Villarreal / Departamento de Información y Medios USB.-

Las condiciones de gobernabilidad democrática que presenta Venezuela en la actualidad muestran la realidad de un país con un sistema híbrido de gobierno, denominado por la ciencia política como democracia totalitaria, despotismo del siglo XXI,  neodictadura o despotismo habilidoso, sistemas que aprovechan la institucionalidad de la democracia para sobrevivir en el mundo contemporáneo.

Así lo refirió Fernando Egaña, abogado y profesor de las universidades Monteávila, Central de Venezuela y Católica Andrés Bello, quien intervino con el tema Constitución o anti-constitución: ¿Cuál es la situación venezolana? en las Conferencias político-académicas: Comprendiendo a Venezuela.

Egaña habló de las diferencias que se pueden dar en un país entre su sistema político, institucional y económico que está normado en la Constitución Nacional y el sistema político o la manera como se organiza en la realidad, explicando que existen casos en los que el funcionamiento de un gobierno es más democrático de lo que está establecido en su Carta Magna, pero que hay otros donde hay un sistema político configurado con formas despóticas, lo que constituye la esencia del despotismo del siglo XXI.

“Cuando la gente dice que aquí hay dictadura se piensa en que tenemos dispositivos electrónicos, se realizan eventos políticos, hay partidos políticos, entre otros; pues esa es la esencia de este neodespotismo: serlo, pero no parecerlo; es un despotismo disfrazado de democracia”.

La razón por la cual no es una dictadura abierta, dice el profesor, es debido a que los valores de la democracia están globalizados y porque desde el Siglo XX la democracia se hizo común en América Latina, “hay un sistema inmunológico contra las dictaduras y en protección de la democracia”.

“Uno de los objetivos del neodespotismo, neodictadura o despotismo del siglo XXI es no perder la silueta de la democracia que permite mantener la aprobación internacional. Se constituye por la vía electoral y va erigiendo el control despótico del poder”, dijo el experto.

Para profundizar en su discusión, Egaña mencionó seis condiciones de gobernabilidad democrática esenciales para identificar si un sistema es una neodictadura: Estado de derecho democrático con separación de poderes, elecciones libres, sistema de partidos políticos, sociedad civil independiente y vigorosa, medios de comunicación libres y poder militar subordinado al poder civil.

Con respecto a la primera condición (Estado de derecho con separación de poderes), en una dictadura convencional la concentración de los poderes está en una junta de gobierno, mientras que en el neodespotismo, como el de Venezuela, existe una Asamblea Nacional con parlamentarios oficialistas y opositores, hay un TSJ, un poder electoral, “pero esa existencia formal no se traduce en separación de poderes. Ninguna de esas instituciones actúa contraviniendo los intereses políticos del gobierno, no hay autonomía. Existe una formalidad institucional pero no hay contrapeso”.

En lo que corresponde a la existencia de elecciones libres, en un sistema dictatorial éstas no existen, excepcionalmente hay consultas. En Venezuela, explicó, uno de los argumentos del gobierno es la cantidad de elecciones que ha habido a lo largo del Siglo XXI, como expresión por antonomasia de la democracia, “y de verdad, no habíamos tenido tantas elecciones como en este siglo, pero quién las controla, cómo han sido. ¿Existe igualdad, equidad, confiabilidad y transparencia?” Para el profesor, con la entronización de la elección indefinida en ese contexto electoral que ha tenido Venezuela no puede haber elecciones libres ni justas, pues los medios son manejados a discreción del gobierno, se transmiten cadenas a lo largo del día por todos los medios radioeléctricos, frente al derecho de los cuatro minutos de propaganda al día que tienen los partidos de la oposición.

“Cuando hablamos de elecciones fraudulentas nos referimos a lo que ocurre antes de las votaciones, por ejemplo, la forma como se usa el poder para condicionar el resultado: se tratan temas como las jubilaciones, las pensiones y la dependencia económica para manipular e ir desvirtuando la condición de elecciones justas, entonces nos damos cuenta de que no son ni tan libres ni tan justas”, dijo.

Sobre los partidos políticos, Egaña enfatizó que en Venezuela no se puede hablar de despotismo en ese aspecto, pero sí hay un solo partido político oficial del Estado; además, el financiamiento público, que quedó eliminado en la Constitución de 1999, se da al partido oficialista de manera abierta y desmesurada. “En las elecciones de Venezuela no hay patrones de equidad ni transparencia con todos los partidos políticos, hay líderes políticos que no pueden participar en elecciones porque han sido inhabilitados, son perseguidos, están en el exilio, y los partidos políticos son legales pero el despotismo habilidoso está en el sistema de control”.

En una dictadura abierta no existe la sociedad civil vigorosa e independiente, refirió Egaña, pero en Venezuela se restringe el financiamiento de ONG’s de Derechos Humanos a cualquier organización social, existen restricciones para acortar la actuación de la sociedad civil. “La organización de la base social en Venezuela ha tenido un impulso en los últimos años con la conformación de los consejos comunales, pero no está bien que se hagan con un control tutelar desde el poder y se duda de si estamos en presencia de un sector independiente; de no ser así, entonces no hay ninguna organización y menos una independencia”.

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Carole Leal, jefa del Departamento de Ciencias Sociales y el abogado Fernando Egaña.

En cuanto a los medios de comunicación, explicó, se navega entre el monopolio y la hegemonía. El monopolio es el control absoluto de los medios, característica que priva en las dictaduras, mientras que una hegemonía pretende un control fundamental no exclusivo, porque éste es impresentable. “La hegemonía busca que haya algunos espacios con fronteras de autonomía pero que no signifique un riesgo para la continuidad del poder, por lo tanto el gobierno se apropia de los medios”.

“En las dictaduras los medios de comunicación tienen un sistema férreo de censura. En Venezuela, en la prensa escrita hay titulares en contra del gobierno todos los días, pero los medios más influyentes que son los radioeléctricos y sobre todo la TV, están concentrados en el gobierno, y 90% de la audiencia de canales nacionales está en VTV, Televen, Venevisión y Globovisión, y ninguno de estos canales hace crítica abierta al poder establecido. Esto se llama autocensura. En una dictadura convencional hay censura abierta, en el despotismo habilidoso, con la hegemonía comunicacional hay autocensura”, explicó.

Una de las características que presenta mayor ambigüedad en la neodictadura que existe en Venezuela es la subordinación del poder militar al poder civil, pues, según el conferencista, en Venezuela hay una fachada civil y otra fachada militar que puede estar representada por la misma persona. “En Venezuela, Chávez se presentaba como civil y como militar; existe una instancia que se llama el Comando Político Militar de la Revolución, lo cual no está en la Constitución. Esa ambigüedad da para que se muestren ambas caras”.

Egaña puso como ejemplo el reciente diálogo de paz, con la presencia de representantes de Unasur en cuya reunión no había ningún representante del gobierno vestido de militar; sin embargo, varios días después, en un evento público, todos los representantes del gobierno estaban vestidos de militar. “No está claro quién está subordinado a quién”.

Para el profesor, quien fue viceministro de la Secretaría de la Presidencia durante el segundo período presidencial de Rafael Caldera y Ministro de la Oficina de Información, es relevante entender todas las diferencias entre lo establecido en las leyes y lo que ocurre en la realidad, pues “tenemos un sistema de difícil precisión. Los instrumentos para luchar contra una dictadura convencional son ilimitados, pero es difícil y muy limitado luchar contra una ‘democracia’ ilegítima porque se vulnera la propia democracia”.

Finalmente, el experto dijo que “en una democracia el medio de lucha y expresión es la vía electoral, cualquier otra es inaceptable. No hay respuesta para el planteamiento de lucha contra un despotismo habilidoso, pero, aunque los métodos de lucha son electorales no hay que limitarse a ellos; hay un conjunto de articulaciones constitucionales indispensables para encarar y superar el desafío que presenta este tipo de regímenes muy bien confeccionados cuya habilidad es que a la gente le cueste entender el proceso. Debe haber presión popular más allá de las vías electorales”.

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