Movimientos sociales globales están modificando la forma de relacionarse con el mundo

María Teresa Urreiztieta, presentó su trabajo De la Antiglobalización a la Indignación: Los movimientos sociales globales en la Transmodernidad.

Stella Torcat/Departamento de Información y Medios USB.-

El surgimiento de movilizaciones llamadas movimientos sociales globales, acción colectiva o nuevas culturas de movilización, visto desde una perspectiva internacional hasta llegar a la local, fue el tema discusión en el foro organizado por la Coordinación Docente de Postgrados en Ciencia Política de la USB para entender este fenómeno y su impacto social.

En la Sala Miguel José Sanz de la USB, la primera en tomar la palabra fue la conferencista María Teresa Urreiztieta, quien por medio de fotografías presentó el origen de los movimientos sociales que datan de 1999, a partir del reconocimiento mediático de estas acciones colectivas. Comentó que tiene más de una década estudiando y registrando el comportamiento colectivo y cultura de movilización global, que ha plasmado en su trabajo De la Antiglobalización a la Indignación: Los movimientos sociales globales en la Transmodernidad.

Urreiztieta explicó que el estudio remite a fenómenos de  indignación social que se están expresando en diferentes latitudes y culturas, dependiendo de la idiosincrasia y la realidad local, en esta época de grandes cambios locales y globales en la estructura política, social y económica, entre otras.

Para describir la época en que surge este fenómeno los especialistas han utilizado varias nomenclatura como: posmodernidad, modernidad líquida, sociedad postradicional, hipermodernidad, sin embargo, Urreiztieta considera que el término más acorde es transmodernidad, puesto que “refiere a la idea de tránsito de un periodo de cambios muy profundo que estamos atravesando con gran impacto en la vida cotidiana y que está modificando la forma como nos relacionamos con nosotros mismos y el mundo”.

Comenta que la primera actuación de contestación social fue en 1999 con la ola de protesta que ocurrió simultáneamente en 70 ciudades de 30 países, y hubo 50 mil manifestantes. “Fue la primera revuelta intentando frenar a la Organización Mundial del Comercio para definir las nuevas tasas de los mercados y sistemas financieros”.

Estos movimientos sociales globales son una “red de redes de actores sociales que se enredan a través del uso de alguna tecnología para llevar a cabo una acción colectiva que propone un cambio o resistencia a un cambio social”, apunta Urreiztieta, y se pronuncian en contra de las guerras, las imposiciones del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, contra la privatización de recursos básicos y servicios públicos y sociales (agua, electricidad, transporte público, educación).

A lo largo de su estudio la investigadora se ha encontrado con diferentes formas de manifestación. “Anteriormente el repertorio de acción era muy variado, se utilizaban las fachadas de los edificios, el cuerpo, los grandes discursos contra el capitalismo y el G8, así como las manifestaciones recreativas y lúdica, pero luego comenzó a surgir la violencia entre los órganos de seguridad y los manifestantes”, estos últimos reprimidos con balas de gomas y perdigones. De allí los manifestantes pasaron a la desobediencia civil y a la irreverencia, y a utilizar símbolos heredados de los antiguos movimientos sociales. Como consecuencia de esa represión, “los movimientos comenzaron a madurar en sus filas grupos extremistas que emplean la violencia como instrumento de lucha social, como por ejemplo el Bloque Negro”, relata Urreiztieta.

María Pilar García-Guadilla, en su presentación enmarcada en la Teoría y praxis de la constitucionalización de las organizaciones populares y los movimientos sociales bajo el Socialismo del Siglo XXI: los desafíos de la autonomía, la inclusión y el poder en Venezuela.

Movimientos en Venezuela

Los antecedentes de las organizaciones sociales bolivarianas, creadas durante el periodo de mandato del presidente Hugo Chávez, fueron las protestas del Caracazo en 1989 durante la segunda presidencia de Carlos Andrés Pérez. Esta manifestación contribuyó a sensibilizar a la población sobre la creciente desigualdad social y la pobreza y la aplicación de las políticas neoliberales.

Tales acciones provocaron la destrucción de las estructuras organizativas populares existentes como la asamblea de barrios de Caracas, los diversos comité, asociaciones, cooperativas y asociaciones civiles de barrios en el área de salud, deportiva y educación, entre otras, las cuales defendían la democracia de calle y su autonomía frente a los partidos políticos de cualquier ideología, a la vez que construyeron el asambleísmo popular, por lo que algunos activistas consideran al Caracazo como el precursor del surgimiento del movimiento creado por el presidente Hugo Chávez.

Con estas palabras la ponente María Pilar García-Guadilla inició su presentación enmarcada en la Teoría y praxis de la constitucionalización de las organizaciones populares y los movimientos sociales bajo el Socialismo del Siglo XXI: los desafíos de la autonomía, la inclusión y el poder en Venezuela.

García-Guadilla comenta que a finales de los 90 el actual presidente Hugo Chávez propuso “un orden que incluía un proyecto antineoliberal focalizado en los sectores excluidos, el cual se intentó llevar a cabo mediante la alianza entre los partidos no tradicionales de izquierda y el nuevo MVR y otros movimientos sociales que conformaron el Polo Patriótico y que ahora forman parte del gobierno”.

 Adicionalmente, señala que los movimientos ciudadanos ambientalistas, indígenas, populares y de derechos humanos ya existentes, y que venían demandando una mayor democratización del sistema político, también exigieron un proceso constituyente donde se incluyeran sus demandas y se reconocieran como actores.

“Con la llegada de Hugo Chávez al poder surgieron las oportunidades para que las organizaciones y movimientos sociales hicieran realidad tales propuestas; de hecho, Chávez recogió las demandas y las incluyó en su propuesta cuando fue candidato en el 98 y luego fueron incluidas en la nueva Constitución”, refirió García-Guadilla.

A partir de ese momento, explica la investigadora,  “quedó establecido un nuevo orden social, y con la llegada de la denominada democracia participativa se otorgó un poder protagónico a las organizaciones sociales que supuestamente encarnan al pueblo. Con ello se estableció una nueva organización comunitaria para reclamar los derechos, institucionalizando la inclusión y participación de la ciudadanía,  pero estas estructuras por lo general dependen del financiamiento del gobierno y tienen dificultades para el ejercicio de la autonomía”.

En consecuencia, la construcción del Poder Popular y de las nuevas organizaciones bolivarianas como los Círculos Bolivarianos (vigentes como instancia política), mesas técnicas de agua y otros servicios que luego se incorporaron a los consejos comunales, comité de tierras urbanas y comunas, surgen como respuesta a la demanda de servicios básicos y de vivienda de los sectores populares, “aunque muchas de ellas se han politizado y han abandonado su esencia como organizaciones sociales”, concluyó.

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