Caída de la pobreza en Venezuela es coyuntural

AP Photo/Fernando Llano

Elsa Pilato / Departamento de Información y Medios.-

La reducción de la pobreza en Venezuela es coyuntural, basada en medidas remediales y de alto gasto público por la bonanza petrolera, por lo que es de esperar que tal como ha ocurrido en el pasado, la disminución no sea sostenible.

Así lo dijo el profesor Emiro Molina, del Departamento de Cómputo Científico y Estadístico y ex presidente del Instituto Nacional de Estadística (INE), en el evento denominado “Informe 2010 sobre Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el desarrollo, la pobreza en Venezuela, y la Norma ISO 26000 de Responsabilidad  Social”, realizado esta semana en la Universidad Simón Bolívar.

Explicó Molina que la pobreza de ingresos disminuyó en el país durante los últimos años, pero la pobreza estructural continúa. “Es un hecho la reducción de la pobreza de ingresos, pero es coyuntural, puesto que el aumento del ingreso en los hogares depende mayoritariamente de las transferencias que hace el gobierno, por ejemplo, a través de las Misiones. Que un gobierno haga estas transferencias no es negativo, pero no puede ser que lo haga para obtener rédito político; esta medida debe estar orientada a programas para salir de la pobreza”.

El profesor Silverio González, del Departamento de Planificación Urbana, respaldó el argumento de Molina indicando que los ingresos provenientes de fuentes no laborales, producto de las transferencias gubernamentales, han sido muy importantes en la caída de la pobreza por ingresos. “La política rentista distribuye los ingresos petroleros por vía directa, lo cual no es necesariamente malo en momentos muy críticos; sin embargo, no se está resolviendo los problemas de fondo”.

Profesor Emiro Molina
Estas consideraciones las hacen Molina y González basándose en las cifras, oficiales, del INE: los hogares pobres, medidos por sus ingresos, pasaron de 38,9 por ciento en 2001 a 28,1 por ciento en 2007, pero si se toma en cuenta el indicador de hogares pobres por Necesidades Básicas Insatisfechas (acceso y calidad de la vivienda, servicios básicos, educación, capacidad económica), que mide la pobreza estructural, en 2001 eran 27,83 por ciento los hogares pobres y en 2007, 23,27 por ciento. “La pobreza estructural también cayó, pero muy poco. En los hogares de extrema pobreza por Necesidades Básicas Insatisfechas fue más notable la poca disminución: de 10,8 por ciento en 1998 a 8,5 por ciento en 2008”, destacó González.

Para medir el índice de pobreza, el porcentaje de hogares pobres, se consideran los ingresos totales del hogar, tanto los provenientes de fuentes laborales como de no laborales. Molina explicó que en 2007 la pobreza hubiera sido del 43 por ciento si no se hubieran tomado en cuenta los ingresos no laborales, las transferencias que hace el gobierno principalmente por vía de las Misiones. “Mientras que en 2001, no sería 39 por ciento, sino 46 por ciento, y en ese año aún no existían las Misiones, pero sí los residuos de los programas de la Agenda Venezuela. Queda evidenciado el importante impacto de las Misiones en el cálculo del índice de la pobreza”.

Otro dato interesante en este sentido es cuánto han aumentado los ingresos no laborales en los hogares en pobreza extrema: de 18,43 por ciento en 2001 a 22,25 por ciento en 2007. “Cuando no se pueda sostener esta forma de hacer política social, volverá a subir el índice de pobreza. Históricamente, en Venezuela se han implantado medidas de carácter remedial y populista y no políticas que combatan los problemas estructurales de la pobreza. Ha sido así, excepto en los años setenta, cuando hubo un gran esfuerzo con la educación como vía para salir de la pobreza”, señaló Molina.

Profesor Silverio González
Ambos profesores coincidieron en que una estrategia eficiente para salir de la pobreza debe combinarse con una estrategia para combatir la desigualdad en la distribución de los ingresos. “A mayor desigualdad, más ineficiente es el crecimiento económico, el incremento de ingresos, como estrategia para superar la pobreza”.

Uno de los aspectos destacados por Molina con respecto a la medición del índice de la pobreza, tiene que ver con la forma como el INE calcula el valor de la canasta básica normativa, es decir, los precios de los alimentos que satisfacen los requerimientos nutricionales de los miembros de un hogar, y que comparado con los ingresos, determinan si el hogar está por debajo o por encima de la línea de pobreza. “Ahora el gobierno le exige al Instituto que incluya en la Canasta Básica Normativa los precios de los productos de Mercal, que son ficticios, altamente regulados. Así, se subestima la línea de pobreza, no se puede hablar de maquillaje de cifras, pero sí de que hay directrices de cómo se debe construir el índice”.

Al Censo Nacional con desconfianza

El profesor Silverio González resaltó que el Instituto Nacional de Estadística es un capital social institucional muy importante en el país, es un organismo con una trayectoria destacada y reconocida en América Latina. “Debemos preservar este capital social, más aún cuando vamos este mismo año a un Censo Nacional –en cuyos datos se basarán las políticas públicas futuras- en un ambiente de desconfianza y preocupación por la confidencialidad de la información”.

Se corre el riesgo, apuntó González, de que la información que se obtenga sea distorsionada. “Es necesario hacer un llamado público para que se preserve la transparencia del INE”.

La coordinación de evento corrió por cuenta de los profesores Violeta Urbina y Eliseo Sarmiento, y formó parte de la programación 41 Aniversario del inicio de actividades académicas de la USB y 34 Aniversario de la Sede del Litoral.

Fotos: Alfredo Terán

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