Laberinto Cromovegetal: arte que vive en contacto con la naturaleza

Para construir El Laberinto Cromovegetal, una obra diseñada por el artista Cruz-Diez para la USB, muchas fueron las anécdotas que se vivieron. Algunas de ellas cambiaron los bocetos originales, hasta crear lo que todos conocen hoy como uno de los principales símbolos de la Institución.
Lisbeth Bernal
Departamento de Información y Medios USB

Frente a la Biblioteca Central se divisa El Laberinto Cromovegetal, una de las obras de arte más grandes que existe en la Universidad Simón Bolívar. Sus dimensiones y colores obligan a los uesebistas y visitantes a posar la mirada en ella. De hecho, su fama se ha extendido hasta transformarla en un símbolo distintivo de la USB, tal como lo es el logo, el himno universitario y la Casa Rectoral. Y para este aniversario 35, su imagen estará presente en todas las tarjetas académicas inteligentes que desde el año pasado, se emiten como los nuevos carnets que identificarán a la comunidad.

Este Laberinto es único en el país y similar a otras dos obras del maestro Carlos Cruz-Diez, que se encuentran en Marsella y Medellín. Aunque el artista lo creó en 1992 es en 1995 cuando fue inaugurado gracias a los esfuerzos de la Universidad y en especial, de la Asociación de Amigos, quien desde entonces se ha encargado de cubrir los costos de mantenimiento de la obra.
Se dice que es una obra de arte que vive porque los elementos que la componen no son pinturas, metales o materiales tradicionales que acostumbran a emplear los artistas plásticos, sino son una variedad de plantas que se desarrollan y crecen, al ritmo del viento, el sol y el agua.

La obra está compuesta por 53 mil plantas colocadas en formas circulares. “Se diferencia conceptualmente del jardín tradicional en que las plantas y las flores no se han desarrollado en su volumetría natural y espontánea, sino que están conducidas y plantadas para que obedezcan a una estructura geométrica preestablecida, destinada a poner en evidencia los climas cromáticos deseados”, escribió el autor cuando diseñó la obra.

Para Cruz Diez, el Laberinto Cromovegetal se trata de “una obra participativa en continua mutación, donde el mundo cromático se revela a través de un diálogo de espacio y tiempo, que el espectador establece en su continuo deambular”.
Su creador lo diseñó con el firme propósito de que quien lo visite, disfrute las “continuas transformaciones cromáticas por la visión rasante que se le ofrece al desplazarse por las caminerías y por las modificaciones y evoluciones naturales que sufren las plantas y las flores con el paso del tiempo”.

Sin embargo, pese a que este objetivo se cumple existen varias diferencias entre el diseño original y lo que es hoy el Laberinto, pues inicialmente se había concebido la colocación de espejos de agua entre los círculos que conforman las plantas y la construcción de macetas de concreto y un anfiteatro con piso de cemento.

Colaboraciones para el mantenimiento
La Asociación de Amigos patrocina el mantenimiento del Laberinto Cromovegetal, a través de un fondo colocado en fideicomiso. Sin embargo, también recibe generosas donaciones y colaboraciones de otros entes. El propio Cruz Diez realizó en 1999 una edición especial de 100 serigrafías, cuyas ventas fueron donadas a este fondo de Amigos.
Para hacer realidad esta obra, se necesitaron menos de 10 millones de bolívares y sus cuidados requieren una inversión actual que asciende a un poco más de treinta al año.

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