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La universidad del tercer milenio sólo puede desarrollarse en libertad absoluta

La universidad del tercer milenio sólo puede desarrollarse en un ambiente de absoluta libertad: libertad para crear, hacer, experimentar, expresar, enseñar, aprender, disentir. Esta libertad sólo es posible en una democracia plena y responsable.En el foro “Vigencia de la autonomía universitaria en el tercer milenio”, realizado en la XXII Semana de Estudios Generales, el ex rector Pedro Aso expresó que para que la universidad opere con libertad académica, es imprescindible la autonomía universitaria, “para pensar y repensar”, y citando a Alexis Márquez recordó que “la autonomía es consustancial con el concepto de universidad”.

Para Aso, la autonomía universitaria está lejos de ser una “forma de perpetuar privilegios y acaparar conocimiento”. Tampoco puede separarse de su misión fundamental y ser obligada a cumplir funciones que corresponden al Estado. “La universidad no puede ser brazo ejecutor del gobierno”. En este sentido, citó las palabras del investigador Ignacio Rodríguez Iturbe, Profesor Emérito de la USB, a propósito de no perder de vista la misión de la universidad: “hay que preservar el sentido de lo importante”.

En el foro también intervino el rector Benjamín Scharifker, quien afirmó que la discusión en torno a la autonomía universitaria es muy oportuna y que las razones que la justifican en el siglo XXI “están tan vigentes como hace mil años”.

A lo largo de su historia la universidad, gracias a la autonomía, ha creado círculos virtuosos que se inician con la motivación para el aprendizaje, siguen con la adquisición de información para generar conocimiento, la comprensión del conocimiento y la prospección, preguntarse ¿hacia dónde vamos?, que lleva nuevamente a la motivación.

En opinión de Scharifker, el futuro debe encaminarse hacia una universidad autónoma que se aleje de lo “inútil y sin valor académico”, que establezca estándares de excelencia y pertinencia social, y que persiga la equidad, planes de estudio de vanguardia, infraestructura y servicios de calidad, generación de indicadores de desempeño apropiados, y contribuya al desarrollo de una sociedad libre, democrática y justa.

En torno al aspecto de la autonomía financiera, que a juicio de Scharifker no tienen las universidades en la actualidad para administrar sus recursos, ambos ponentes coincidieron en que el Estado está obligado a proporcionar recursos a las universidades, ya que son éstas instituciones públicas que buscan un beneficio para la población venezolana. “A la universidad no le corresponde buscar recursos a partir del conocimiento, sino generar conocimiento. Le corresponde a otros”, expresó el Rector.

Aso planteó que la Universidad Simón Bolívar tiene un reto vital para la vigencia de su autonomía universitaria en el tercer milenio: la procura de su autonomía plena con la aprobación por parte del Ejecutivo de su Reglamento Autonómico, aprobado en referendo por los uesebistas en 2004. “La única respuesta hasta ahora ha sido el silencio”.

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