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Desigualdad social, ocio juvenil y expectativas no satisfechas originan violencia

Para combatir el fenómeno de la violencia, se necesitan respuestas innovadoras que apunten hacia el desarme de la población en todos los niveles, la lucha contra el mercado de la droga, el reforzamiento del estado de derecho y la construcción de formas culturales no violentas de resolver conflictos

Elsa Pilato
Departamento de Información y Medios

El incremento de la desigualdad social, el ocio juvenil, la imposibilidad de satisfacer las expectativas y el cada vez menor control social de la familia y la religión, se encuentran entre los factores que originan la violencia, de acuerdo con el modelo explicativo del Laboratorio de Ciencias Sociales de la UCV, expuesto por su director, el sociólogo Roberto Briceño León en el más reciente Happy Hour con la Ciencia de AsoVac.

“La violencia nuestra de cada día, un marco sociológico de explicación”, fue el tema de la conferencia de Briceño León para esta actividad organizada por el Capítulo Caracas de AsoVac.

El modelo explicativo del Lacso contiene tres niveles de análisis correspondientes a tres tipos de factores: los que originan, los que fomentan y los que facilitan la violencia en la ciudad, pues “la violencia es un fenómeno básicamente urbano”. Antes de explicar el modelo, Briceño León destacó que la definición de violencia para este grupo de investigación es “el uso o amenaza de uso de la fuerza física para dañar a otras personas o a uno mismo”. Se excluyen de este concepto la violencia psicológica y la violencia estructural.

En el origen de la violencia
Entre los factores que dan origen a la violencia, se encuentra el aumento de la desigualdad social. Según cifras de CEPAL, la pobreza urbana aumentó en América Latina a partir de los años ochenta: entre 1980 y 2002 se produjo un incremento de 85 millones de pobres moderados y 29 millones de pobres extremos en las ciudades. “En esta población se va a expresar el fenómeno de la violencia”.

El Lacso ha estudiado la relación entre urbanización y pobreza en la región latinoamericana. Así, apuntó Briceño León, en países como Uruguay, Chile y Costa Rica con poca pobreza y alta urbanización, se registra baja violencia, mientras que en naciones como Guatemala o Paraguay, consideradas poco violentas, hay mucha pobreza y baja urbanización. Cuando coinciden altos índices de pobreza y de urbanización -los ejemplos son México, Brasil, Venezuela o Colombia- la violencia tiene una presencia más fuerte.

Donde no parece haber desigualdad es en las elevadas expectativas. “Se observa una homogenización social de las expectativas: todos los grupos sociales aspiran a tener lo mismo”. La capacidad de satisfacer esas expectativas sí es desigual, por lo que la frustración que ello produce es una de las causas de la violencia.

El desempleo juvenil también se encuentra a la cabeza de los factores que originan la violencia. En Venezuela, “según cálculos optimistas”, del Instituto Nacional de Estadística, son 200 mil los jóvenes desempleados. “Si suponemos que sólo 10 por ciento de esta cifra está en riesgo, tenemos a 20 mil muchachos, es una cifra muy alta”.

Los cambios en la familia y en la religión también son factores que dan origen a la violencia. A juicio del sociólogo, estos cambios han llevado a que ni una ni otra estén cumpliendo su papel de control social. “La iglesia sólo sirve en los ritos básicos: bautismo, matrimonio y muerte. En la cotidianidad tiene poco peso. El quinto mandamiento (no matarás), no tiene fuerza moral”.

Armas de fuego y alcohol: combinación letal
Como factores que fomentan la violencia, Briceño León señaló en primer lugar la organización ecológica de las ciudades, que facilita el control de las bandas delictivas y dificulta la acción policial. “El diseño sinuoso de los barrios, hace que se conviertan en trampas”.

La masculinidad es otro de los factores de esta categoría, pues “la violencia es un asunto de hombres”, así lo demuestran las cifras. “En América Latina 95 por ciento de las víctimas de homicidios son hombres. La cultura de la masculinidad lleva al riesgo y a la violencia. Por el contrario, la mujer evita estas situaciones. Es una conducta que se repite sistemáticamente”.

Los cambios en el mercado de la droga con la lucha entre las bandas por obtener su cuota, también han cumplido su papel en el fomento de la violencia.

El poder de las armas de fuego y el consumo excesivo de alcohol se sitúan como dos de los factores que facilitan la violencia. “Estudios de la Organización Panamericana de la Salud muestran una asociación entre el consumo de alcohol y los comportamientos agresivos”. En cuanto a las armas de fuego, éstas incrementan la letalidad de los delitos. “América Latina es la región del mundo con más homicidios por armas de fuego, por encima de África”.

Aumenta y aumenta
No sólo en Venezuela ha aumentado el número de homicidios, en todo el mundo a partir de la década de los ochenta se registró un incremento. “Se da en todos los países, en los más violentos y en los menos violentos”, señaló Roberto Briceño León. Sin embargo, la tasa de homicidios sí muestra variaciones de país a país y de región a región, en aquellos de menores ingresos la tasa de homicidios se eleva.

Se considera de violencia baja un país que tenga una tasa menor de 10 homicidios por cada cien mil habitantes. Venezuela no está en ese rango, ya se ubica entre los países de violencia muy alta con una tasa de homicidios que el director del Lacso ubica en 51 para el año 2003. En una década y poco más, ese indicador se elevó de manera más que alarmante: en 1990 la tasa de homicidios era de 14.

Briceño León puso un ejemplo muy claro de este incremento de la violencia en Venezuela: en 1990 hubo 2200 homicidios en toda Venezuela, en 2003 esa misma cantidad de muertes por homicidios se registró sólo en Caracas. El total de homicidios en 2003 fue de 13.400.

En el período 1990-2003, el sociólogo ubica los incrementos de la violencia en el año de los golpes de estado, 1992, y a partir de 1998. Preocupante, señaló, es el hermetismo de los organismos del Estado que a partir de 2004 dejaron de suministrar información sobre el tema.

En opinión de Briceño León, para combatir este problema, que tiene otros efectos no menos importantes como la sensación de miedo generalizada, se necesitan respuestas innovadoras que apunten hacia el desarme de la población en todos los niveles, la lucha contra el mercado de la droga, el reforzamiento del estado de derecho y la construcción de formas culturales no violentas de resolver conflictos. “Esta situación no se resuelve de forma rápida, hay que pensar en el largo plazo y se necesita un compromiso de toda la sociedad desde el nivel más alto”.

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