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En la USB existe una política de cero tolerancia hacia conductas antiéticas

Lisbeth Bernal / Departamento de Información y Medios

Sin una silla libre, con los estudiantes entre las escaleras, los pasillos y la entrada al Conjunto de Auditorios, se llevó a cabo el Foro de Ética que organizó el Decanato de Estudios Generales  a través de las coordinaciones de Formación General, Ciclo Básico y Ciclo de Iniciación Universitaria (CIU).

El plagio es definido por el Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española como la acción de “copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias”. Según Wikipedia, “desde el punto de vista legal, el plagio es una infracción del derecho de autor sobre una obra artística o intelectual de cualquier tipo, que se produce cuando se presenta una obra ajena como propia u original. Así pues, una persona comete plagio cuando copia o imita algo que no le pertenece haciéndose pasar por el autor de ello. En el caso de documentos escritos, por ejemplo, se comete plagio al no citar la fuente original de la información incluyendo la idea, párrafo o frase dentro del documento sin comillas o sin indicar explícitamente su origen. Esto constituye, específicamente una violación a la paternidad de la obra, contemplada dentro del marco de los derechos morales”.

Thierry Poirier del Departamento de Ingeniería de Materiales señaló que en la institución existe una política de “cero tolerancia” hacia conductas antiéticas. Explicó que las consecuencias van desde la apertura de una investigación hasta la expulsión, y el incidente puede quedar registrado “por siempre” en el expediente académico.

También habló sobre los daños que podría ocasionar un estudiante a sus compañeros. Por ejemplo, si el trabajo fue hecho en grupo y uno de los estudiantes plagió la información, todo el equipo puede recibir las mismas sanciones porque hay una responsabilidad colectiva que no se puede evadir.

Además, dijo que producto de esa falta de ética, se daña la imagen de la universidad e incluso del país. En ese sentido aconsejó cuidar los valores, ya que ellos ayudan a la formación de un profesional integral, digno de confianza. “Si se suma gente como tú, el sitio donde trabajes se volverá más confiables y eso se verá reflejado también en el progreso de la nación”.

Por su parte, Arturo Gutiérrez Plaza del Departamento de Lengua y Literatura, ejemplificó la gravedad y trascendencia del tema con un texto que denominó “El extraño caso de Víctor Ruiz”. A través de su lectura se pudo conocer que se trataba de un nicaragüense que plagió los versos de Gutiérrez durante una etapa que el propio Ruiz catalogó de inmadura.

Luego de detallar esa anécdota personal que fue posible gracias a Internet, pues allí Ruiz encontró los versos de Gutiérrez y también allí Gutiérrez encontró a Ruiz, concluyó que la ética debe partir de un criterio reflexivo individual.

De izquierda a derecha: Thierry Poirier, María del Carmen Porras, Arturo Gutiérrez y Josefina Flórez.

A su juicio no se debería actuar desde la amenaza, sino desde la práctica de un ejercicio constitutivo del ser. Es decir, si nos detenemos frente a la luz rojo del semáforo, debería ser porque pensamos en el otro, en el daño que podríamos ocasionar, el caos que se podría generar, no porque está un fiscal de tránsito cerca.

Lamentablemente, afirmó, lo común es la viveza y ese es un antivalor que no debemos consolidar, sino al contrario, debemos erradicar.

Este foro fue instalado por la decana de Estudios Generales, Josefina Flórez y moderado por la coordinadora del Ciclo Básico, María del Carmen Porras.

Durante el evento, varios videos fueron proyectados para ilustrarle a los jóvenes ejemplos de la vida real en donde la ética juega un papel decisivo.

Fotografías: Alfredo Terán

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