El diablo hizo migas con el venezolano desde la Colonia

Elsa Pilato
Departamento de Información y Medios.-

“El diablo sí existe. Existe porque creemos en él y, además, porque tiene fecha de nacimiento”. No tiene dudas el antropólogo e historiador Rafael Strauss, director de la Escuela de Historia de la Universidad Central de Venezuela, quien estuvo en la USB en la clase abierta del Mestizaje en Venezuela de Otilia Rosas, profesora del departamento de Ciencias Sociales, para hablar sobre el maligno y su presencia en Venezuela.

Strauss afirmó que su motivación para realizar una investigación sobre el diablo, publicada como libro por la Fundación Bigott con el título de “El diablo en Venezuela”, fue estudiar qué era el Mal, su origen y cómo se expresa en la cultura venezolana.

“¿Existe el diablo? Sí, porque creemos en él y porque la Iglesia católica decretó su existencia en el año 561 en el Concilio de Braga. El diablo tiene fecha de nacimiento. Además, se le aparece a mucha gente todavía”.

No es difícil imaginar, dijo Strauss, que el diablo llegó a Venezuela junto con Cristóbal Colón en 1498. “Era una fuerza que pertenecía a la cultura que nos conquistó”. Antes de la Conquista el concepto de Mal estaba presente también, ya que lo está en todas las culturas, pero de otras formas. “Las fuerzas malignas prehispánicas fueron sustituidas por el concepto de diablo”.

Según relató el historiador, las muchas prohibiciones de la época colonial no mataron la alegría del venezolano. La máxima “se acata pero no se cumple”, refleja lo que fue y sigue siendo una de las características propias del habitante de estas tierras: “no pararle a nada”. Así fue como los amos se mezclaron con los esclavos a pesar de los vetos de entonces. “Existía un doble discurso, se permitía el derrape. En medio de ese desmadre se comenzó a formar la nación venezolana y el diablo estaba allí y comenzó a ser amigable, porque lo prohibido era lo maravilloso, era el bochinche.

”Ya en la Independencia, el concepto de diablo parece estar bastante conformado, es más parecido a un diablo criollo, y se usa a conveniencia, destacó Strauss. “Para los realistas, Bolívar era el diablo, mientras que para los patriotas, era Boves”.

En su investigación también analizó las creencias y leyendas sobre el diablo en Venezuela,
las cuales están presentes en todo el país. También estudió cómo la literatura venezolana ha tratado el tema. “Prácticamente, no existe autor en el país que no haya tocado el tema del diablo como manera simbólica de hablar sobre el Mal”.

Igualmente, Strauss dedicó una parte de su trabajo a indagar sobre los innumerables nombres del diablo. Sólo en Venezuela identificó más de veinte. Uno de los más conocidos es mandinga, palabra que se usaba para descalificar a los esclavos rebeldes.

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