USB se mantiene en el lugar 34 entre las universidades latinoamericanas

Imagen 1033009 (2) [320x200]La Simón Bolívar ya no ocupa el primer lugar en Venezuela en el indicador de profesores con PhD y descendió un puesto en producción científica, aunque se mantiene como la primera universidad nacional en esta área

Elsa Pilato / Departamento de Información y Medios USB.-

La Universidad Simón Bolívar ocupa por segundo año consecutivo el puesto 34 de Latinoamérica y el puesto 2 nacional en el Ranking Quacquarelli Symonds 2016 (Ranking QS), publicado esta semana.

La clasificación de la consultora QS se realizó por primera vez en 2011, año en el que la USB se ubicó en el puesto 24 en la región, y considera, entre otros indicadores, el impacto de la investigación realizada (artículos publicados y citaciones de artículos), la reputación académica y la presencia en la Web. QS evalúa a la USB como una universidad mediana y con un alto perfil de investigación.

La USB se mantuvo en el ranking general, pero mostró un descenso importante en el indicador de la planta profesoral con PhD: la USB perdió el primer lugar en Venezuela, pasando del puesto 53 regional y 1 nacional en 2015, al lugar 83 regional y 2 nacional en 2016. El primer lugar nacional pasó a ocuparlo la UCV que se ubicó en el puesto 57 latinoamericano para este indicador.

En cuanto a producción científica, el indicador de artículos científicos fue similar al de 2015, aunque descendió un lugar: la USB ocupó el puesto 33 latinoamericano y 1 en Venezuela en 2016, mientras que el año pasado se había situado en el lugar 32 regional y también primero nacional. Sin embargo, sigue lejos de los primeros veinte lugares, donde estuvo de 2011 a 2013.

Destaca en el ranking que ninguna otra universidad venezolana aparece entre los 100 primeros lugares en América Latina en cuanto a producción científica: la UCV se situó en el puesto 139 en el indicador de artículos, ULA en el 162 y LUZ en el 193.

En el indicador de citaciones de artículos, la USB pasó a ocupar el puesto 99 latinoamericano y 2 en Venezuela, mientras que en 2015 se situó en el lugar 115 regional y 3 nacional.

Según la clasificación de las primeras 300 universidades latinoamericanas, la Universidad Central de Venezuela está en el puesto 18, el primero en el país, seguida de la USB (34), la Universidad Católica Andrés Bello en el 67, Universidad de Los Andes en el 68, Universidad Metropolitana en el 114, Universidad del Zulia en el 124, y Universidad de Carabobo en el 151. Ninguna de las universidades venezolanas en el ranking se sitúa en los primeros 50 lugares en los indicadores de profesores con PhD ni citaciones de artículos.

El profesor Iván De La Vega, del Departamento de Ciencias Económicas y Administrativas de la USB, resaltó que en la elaboración del ranking cuenta mucho la manera en cómo se entrega y presenta la información de cada universidad, los monitoreos por muestreo que realiza QS, y el retraso en los datos. “Existe un quiebre técnico en nuestras universidades, mi monitoreo de indicadores no muestra mejoría en ningún plano, todo lo contrario”, enfatizó De La Vega, responsable de suministrar los datos para los rankings con el aval del grupo de trabajo de la Comisión de Planificación y Desarrollo que se encarga de proveer la información institucional.

Un ejemplo de este panorama de la ciencia venezolana, es el descenso en el número de publicaciones: según el Scimago Journal & Country Rank (un sistema de información de publicaciones científicas), el número de publicaciones científicas en Venezuela pasó de 2.018 en el año 2007 a 1.473 en el año 2015, registrando un descenso de 27,01%.

En este sentido, la profesora uesebista Marisol Aguilera, presidenta de AsoVAC, expuso que “la ciencia en Venezuela está mal”. “Aunque la USB, UCV, ULA e Ivic continúan haciendo investigación, cuando vemos el panorama general de la ciencia venezolana, nos damos cuenta de que estamos mal. Uno de los indicadores que reflejan ese estado es el número de publicaciones científicas por año que ha descendido a niveles de finales de los años setenta, sin mencionar el estado de los laboratorios, la falta de recursos para investigación, dotación y reposición de equipos, y las limitaciones en las bibliotecas. Estamos sobreviviendo”.

 

 

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